THERYA, 2025, Vol. 16(2):313-320
In Memoriam:
Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando
(1958-2025)
El Dr. Miguel A. Armella Villapando, nació en la Ciudad de México el 18 de diciembre de 1958. Su formación educativa básica la obtuvo en la misma Ciudad de México. A lo largo de su adolescencia y juventud comenzó a interesarse por la naturaleza y particularmente por los animales. Por lo cual realizó sus estudios de Licenciatura en Biología de 1977 a 1984 en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (UAM-I). Posteriormente y de 1984 a 1990 cursó y obtuvo el grado de Maestría en Ciencias (Biología) por la Facultad de Ciencias de la UNAM, bajo la dirección del Dr. Rodolfo Dirzo, interesándose por la ecología de poblaciones vegetales en zonas tropicales. En 1984 obtiene su plaza como profesor asistente del Departamento de Biología en la UAM-I. En 1990 ingresa al programa de doctorado en la Universidad de Arkansas Fayetteville, EUA, bajo la dirección de Charles Amlaner Ph.D. en Ciencias Biológicas, particularmente en el área de comportamiento animal. El Dr. Armella estuvo interesado en responder preguntas centrales del comportamiento animal entre las cuales estuvieron: ¿Cómo afecta la alimentación durante el desarrollo?, así como, en estudiar los patrones de actividad animal, todo ello como temas de investigación básica del laboratorio de comportamiento animal del Dr. Amlaner.
Durante su formación académica en licenciatura, maestría y doctorado trabajó con diversos grupos de mamíferos colaborando con el grupo del Dr. José Ramírez Pulido en UAM-I. En 1996, regresa a México después de haber obtenido su grado de Doctor. En el año de 1997, ya como Profesor Titular en el Departamento de Biología de la UAM-I, inicia su abundante actividad docente al impartir numerosos cursos de Bioestadística, Ecología, Comportamiento Animal, Temas Selectos de Biología, Seminarios de Investigación, Trabajo de Investigación y Proyectos de Investigación a nivel licenciatura y posgrado, acumulando más de 120 cursos impartidos a lo largo de su labor docente entre 1984 hasta el 2025.
También en 1996 estableció su propia línea de investigación, la cual fue en ecología de la conducta y la fue consolidando al dedicar sus esfuerzos y proyectos de investigación con variados e importantes estudios con el lobo mexicano (Canis lupus baileyi). A lo largo de esta trayectoria amplió sus líneas de investigación hacia la fisiología de las hormonas esteroideas sexuales y su influencia en el comportamiento del lobo mexicano, así como en ecología poblacional de meso-carnívoros; colaborando con otros colegas de UAM-I y de otras universidades nacionales y extranjeras con temas de comportamiento y fisiología hormonal con otros grupos de mamíferos como roedores, murciélagos, carnívoros, aves y recientemente reptiles, como lo muestran sus diversas publicaciones en revistas científicas.
En 1999 en colaboración con su esposa la Dra. Ma. de Lourdes Yañez-López, profesora del Departamento de Biotecnología de la UAM-I. Con la intensión de retribuir socialmente el apoyo recibido de la beca del CONACyT para obtener su doctorado fuera del país, participó en la convocatoria de proyectos interdepartamentales, iniciando estudios de cactáceas comestibles en la zona árida del centro de México en un proyecto que involucraba mejorar la producción de un fruto nativo Pitaya (Stenocereus griseus), con un enfoque multidisciplinario para apoyar a los productores en la región del sur de Puebla y norte de Oaxaca. Así, el Dr. Armella desarrolló exitosamente dos líneas de investigación en la UAM-I, una de investigación básica y la otra de investigación aplicada, de tal manera que su producción científica y biotecnológica fue abundante y también así cumplió con el compromiso social de apoyar a las comunidades humanas rurales en una región marginada de Puebla, México, donde también realizó conservación de la fauna silvestre.
En 1998, inició su participación en el Programa Binacional Mex-EUA de Conservación del Lobo Mexicano, destacando sus investigaciones y publicaciones sobre la fisiología de hormonas esteroides sexuales y el comportamiento reproductivo, así como la evaluación del cortisol para medir el estrés de los diferentes encierros del programa de reproducción en cautiverio, línea de trabajo que desarrolló con su colega la Dra. Ma. Asunción Soto, con ello participando activamente en la formación de recursos humanos en licenciatura y posgrado de la UAM-I. Participa como Vocal de Educación Ambiental en el Subcomité Técnico Consultivo de Recuperación Nacional de Lobo Mexicano (STCRNLM), que fue un órgano asesor para la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en la toma de decisiones de la especie y particularmente para la Dirección General de Vida Silvestres (DGVS) y la Comisión Nacional de áreas Naturales Protegidas (CONANP). Con esta actividad formó parte importante en la toma de decisiones de las acciones de conservación del lobo mexicano para México. Como participante activo del STCRNLM, comienza a interactuar con colegas norteamericanos miembros del Programa Binacional de Conservación del Lobo Mexicano, siendo un asistente constante y participante activo en las reuniones binacionales anuales del grupo, lo cual lo llevó a ser muy conocido y apreciado por este selecto grupo de manejadores y conservadores del lobo tanto en México como en EUA. Como líder de la vocalía de Educación Ambiental, produjo materiales educativos como libros, folletos, trípticos, juegos para niños con el propósito de cambiar las actitudes negativas que prevalecen en los humanos hacia los lobos y siempre buscando el apoyo en la reproducción de la población cautiva, su conservación genética y su reintroducción en México.
Asistente constante de los Congresos Internacionales de Lobo, organizados por el Dr. David L. Mech, Chairman del Grupo Especialista de Lobos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), llevando los resultados de sus actividades e investigaciones desarrolladas en México.
El repentino y sorpresivo fallecimiento del Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando el 16 de marzo de 2025 ha dejado un enorme vacío en la comunidad científica y académica del Departamento de Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en el grupo binacional de conservación del lobo mexicano y en la mastozoología nacional en general. Fue un apasionado de la biología, un notable profesor y formador de recursos humanos en UAM-I, un incansable activista en la conservación del lobo mexicano. Su dedicación y entrega no solo quedaron reflejadas en sus investigaciones y obra publicada, sino también en el impacto que dejó en la docencia universitaria con su numeroso grupo de estudiantes, en los proyectos de biotecnología en donde colaboró con su esposa y con sus colegas de la conservación biológica tanto de EUA como en México a lo largo de su vida.
A lo largo de su trayectoria, el Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando se distinguió por su amor a la naturaleza, su curiosidad inagotable y su inquebrantable compromiso con la ciencia, logrando un legado que perdurará en los artículos científicos que publicó, en las investigaciones que impulsó y en las generaciones de biólogos que formó.
Desde los Estados Unidos de Norteamérica hasta México, los lobos mexicanos libres y en cautiverio ululan agradeciendo la importante labor del Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando para evitar su extinción y estar presentes en la maravillosa naturaleza de este mundo.
Jorge Servín
Reunimos estas palabras como homenaje al amigo, colega, maestro y compañero que fue el Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando a lo largo de su vida. Con profundo respeto, estima y agradecimiento, recordamos al siempre sonriente Miguel, quien abría puertas y generaba oportunidades, convencido de que la educación ambiental era uno de los pilares fundamentales para el regreso del lobo mexicano a nuestro país. Tu huella y legado permanecen en el Laboratorio de Ecología Animal de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. Buen camino, colega.
Nalleli E. Lara Díaz y María Asunción Soto Álvarez
Tuve el privilegio de conocer al Dr. Miguel Ángel Armella Villalpando en 1999, cuando fue mi profesor en la Licenciatura en Biología. Desde entonces, mantuvimos una relación cercana. Con el tiempo, esa cercanía dio paso a una amistad, tanto con él como con su esposa, la Dra. Lulú Yáñez.
El Dr. Armella se distinguió por su profundo compromiso institucional y por su interés en fortalecer al Departamento de Biología. Junto a colegas como la Dra. Leticia Ponce de León García, compartimos valiosas experiencias en campo, especialmente en la Mixteca Baja Oaxaqueña. Miguel Ángel fue siempre una persona generosa y altruista con quienes colaboraban con él, dispuesto a sacar adelante los proyectos, incluso recurriendo —con humor y determinación— a lo que él llamaba el “Fondo Armella-Yáñez”. Cada vivencia con él fue profundamente grata, como aquellas celebraciones de su cumpleaños, en las que compartíamos una deliciosa barbacoa preparada en horno de tierra por el Sr. Jaime Torres y su familia.
Su amistad desinteresada, su carácter paternalista, su sabiduría, su optimismo y su fortaleza ante la adversidad permanecerán en quienes tuvimos la fortuna de conocerlo.
Descansa en paz, querido Miguel Ángel. Que tu camino siga lleno de luz y bondad entre tus amados lobos.
Claudia Barbosa Martínez
Amigo Miguel, recordando cuando nos conocimos recién egresados generación 77-81, tú de UAM yo de UNAM, hace 44 años, cuando iniciamos nuestro ejercicio como biólogos profesionales en la muy querida UAM Iztapalapa, la mejor como tu decías. Después de ganar la tan añorada plaza de Profesor, fuiste tu quien sugirió la maravillosa idea que marcó nuestra vida académica y de muchos colegas más, el de trabajar en zonas áridas, dado que el 70% de nuestro país está constituido por zonas áridas y semiáridas y los estudios en ese campo, en esa época eran pocos. Fue así que iniciamos un proyecto que la SEP nos financió para trabajar en Metztitlán, Hidalgo. Así fue como se adquirió la primera computadora que el Departamento de Biología tendría, una MAC de pantalla verde, con su ruidosa impresora y un refrigerador verde para el laboratorio, iniciando nuestras primeras exploraciones en la Barranca de Metztitlán, junto con las profesoras Bety Córdoba y Martita Pérez. Y así iniciamos nuestra actividad como Profesor-Investigador, proyecto de trabajo que orgullosamente en ese entonces proponía como novedoso la UAM. La investigación en este ambiente fue en ecología de cactáceas y sus relaciones planta- animal, con la investigación enfocada al cactus columnar Cephalocereus senilis conocido como “viejito”, con sus visitas nocturnas de murciélagos como Leptonycteris yerbabuenae, Choeronycteris mexicana, Glossophaga soricina que lo visitaban como herbívoros y posibles polinizadores, espectáculo que veíamos como en una galería de teatro sentados en las laderas de la Barranca en compañía de los alumnos que llevábamos para iniciarlos en el mundo de los desiertos mexicanos y sus primeros contactos como futuros biólogos con la naturaleza. Fue así como iniciamos nuestro camino como compañeros y amigos, camino que recorrimos en nuestra vida como profesionales. Nos quedó pendiente un trabajo que iniciaríamos con otro cactus columnar, Lemnocereus hollianus, endémico de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, Puebla. Hasta pronto querido amigo.
María Dolores García Suárez
Conocí al Dr. Armella cuando el coordinaba estudios de sus alumnos con los lobos de los Zoológicos de la Ciudad de México. Desde el principio me pareció que sus proyectos eran de una formalidad académica notable y se diferenciaban de otros proyectos con sesgos personalistas, comunes en otros investigadores. Desde mi área de influencia, del Zoológico Aragón, siempre abrí las puertas a estos proyectos de estudiantes de la UAM y aportaron datos importantes a la conservación del lobo mexicano. Tanto Miguel Ángel como María Pía Soto, generaron investigaciones y publicaciones serias que robustecieron el proyecto.
También nos encontrábamos en las reuniones previas a la binacional y desde luego en las binacionales, donde se decidía entre otras cosas, qué ejemplares se iban a reproducir en cada temporada, un ejercicio complicado que desarrollábamos tanto lo loberos mexicanos como los norteamericanos. En estas reuniones binacionales, siempre existía la barrera del lenguaje, pues, aunque muchos de los loberos mexicanos entienden inglés, casi ningún norteamericano entiende bien el español y por ello era importante la labor de traducción que realizábamos siempre los mexicanos Frank Carlos Camacho, yo y alguno que se me olvida. Miguel Ángel se incorporó a esta difícil tarea, además de participar activamente en las presentaciones de los avances y resultados de sus investigaciones y apoyo en las discusiones técnicas.
De manera especial recuerdo la Reunión binacional en Creel Chihuahua, donde en conjunto con el Dr. Servín, nos hicieron un bonito reconocimiento a los loberos pioneros del programa.
Como miembro del subcomité técnico consultivo, Miguel Ángel participó activamente en la vocalía de educación, donde realizó publicaciones como cuadernos ilustrativos para niños, y libros como “Lobo mexicano, Iconografía”.
Gerardo López Islas
Convivir con el Dr. Miguel Ángel Armella fue una experiencia que trascendió lo académico; para él, fuimos sus hijas académicas, como solía llamarnos, y verdaderamente fue un padre en nuestro crecimiento profesional. Nos cultivó el amor por la ciencia, por la biología, y nos enseñó a independizarnos: nos dio la libertad de elegir nuestro propio camino, transmitiéndonos una valiosa lección de vida: “aprender a tomar decisiones y asumir sus consecuencias”. Como un verdadero padre, nos permitía ser libres e independientes, pero siempre estaba atento a nuestro bienestar, cuidándonos en cada paso.
Tuvimos la fortuna de conocer al Dr. Armella desde la licenciatura y de recibir de él la oportunidad de estudiar el tema que soñábamos para nuestra maestría. Como estudiantes de biología, siempre buscamos profesores que nos impulsen a ser mejores, que nos transmitan conocimiento y nos orienten en nuestros proyectos de investigación; sin embargo, el Dr. Armella fue mucho más que un profesor: fue un amigo, un mentor, un guía. Nos ofreció no solo su saber, sino también su confianza y un apoyo incondicional que marcó nuestras vidas.
Hoy sentimos una profunda tristeza por su partida, pero cada una de nosotras llevará siempre consigo parte de su enseñanza y de su ejemplo. Siempre lo recordaremos con profundo cariño y gratitud.
Laura Morales Pimentel, Alondra Berenice, Luz Erendira Trápala Ramírez
Te conocí hace ya algunos años por no decir muchos, habías escuchado hablar del programa de conservación de lobo mexicano y estabas interesado en poder apoyar a través de la UAM, a partir de ahí, acudimos a muchas reuniones, varias de las cuales me apoyaste para poder asistir, por lo cual estaré ¡eternamente agradecida!
¡Vivimos muchas anécdotas a través de viajes y reuniones, ninguna como la de San Cayetano! Cómo olvidar nuestra decepción y tristeza, al escuchar que desaparecía el Comité Técnico Consultivo para la Conservación del Lobo Mexicano, sin decirnos ¡agua va! en un tajo dejamos de ser un grupo consultivo. Tras la decepción, vinieron los brindis y lloramos juntos, ¡qué noche pasamos todos los del extinto Comité! ¡Nunca olvidaré tu corbata amarrada a la frente!
Que tengas un buen viaje, dejas muchas cosas buenas, las malas se fueron al olvido, no me queda más que agradecer todo tu esfuerzo por la conservación del lobo mexicano, tu legado a través de trabajos de investigación en pro de la especie.
Gracias por mi último regalo en el Zoológico de Cincinnati, ¡nuestra última Reunión Binacional juntos!
Xóchitl Ramos Magaña
Hace 26 años, Miguel Ángel Armella me invitó a colaborar con él en el proyecto de recuperación del lobo mexicano, recuerdo muy bien como nos fuimos organizando y como me ayudó para aprender a analizar las hormonas esteroides sexuales y del estrés. Consiguió presupuesto para comprar el equipo necesario para hacer las cuantificaciones en el laboratorio a partir de heces que recolectábamos en nuestras visitas a las instalaciones donde alojaban lobo mexicano. Además, junto con los alumnos del laboratorio se hacían observaciones de conducta de parejas y /o grupos familiares de lobos en diversos lugares del país.
La pasión de Miguel Ángel Armella para hacer estudios de conducta y sobre todo en el lobo mexicano era admirable. Recorrimos largas distancias en la camioneta de la Universidad -que por cierto él manejaba perfectamente- y así viajamos hasta Durango, Saltillo, Ciudad Victoria, Coatepec, Monterrey, Guadalajara y Tenancingo. Durante esos viajes se dirigía a los alumnos para enriquecer sus conocimientos, como enseñarles los diferentes tipos de vegetación observados a lo largo del camino, además de poner música del gusto de todos los pasajeros de la camioneta y así hacer un viaje ligero y divertido.
En el laboratorio lamentamos mucho su fallecimiento y extrañamos las tertulias académicas que acostumbraba a organizar.
María Asunción Soto Álvarez
Recuerdo cuando me entrevisté la primera vez con el Doc Armella. ¡Fue tan estimulante y emocionante! Desde esa vez me dejaba pistas sobre la ruta a seguir. Pero claro, no me decía el camino, eso era algo que yo debía descubrir.
Creo que esa era su forma de enseñar a sus alumnos, tanto de licenciatura como de maestría. Sugiriendo, empujando amablemente, dejándonos ver que más importante que las respuestas y los resultados, eran las preguntas.
Lo recuerdo siempre con una sonrisa. Mostrándome fotos y videos de sus perros, leyendo un libro de Konrad Lorenz, escuchando música de Abba o incluso escuchando grabaciones de vocalizaciones de aves mientras viajábamos en la camioneta de la universidad rumbo a alguna zona de investigación. Creo que difícilmente se podía pedir algo más estimulante.
Las tardes que pasamos en su oficina, evaluando datos de tiempo con métodos de estadística circular fueron tan absorbentes y absolutamente enriquecedoras.
Siempre me enterneció el cariño con el que trataba su esposa. Es algo que aún me hace sonreír hoy en día.
No dudo al decir que su enseñanza y su presencia en mi vida fueron una bendición.
Siempre le estaré agradecido, Doc.
Miguel Ángel Toriz Casabal
Cuando se incorporaron al grupo de lobo mexicano, él solía decir que eran “The new kids on the block”. Siempre tuvo un gran entusiasmo por hacer algo por el programa de recuperación de esta subespecie, y lo hizo: participó en reuniones de trabajo, simposios, congresos, hizo diferentes cosas en el aspecto educativo del programa, publicó algunos artículos, etc. Fue muy generoso, en incontables ocasiones puso de sus propios recursos para sacar adelante sus proyectos, a lo que llamaba “la Fundación Armella-Yáñez”; era una persona muy sociable. Sin embargo, lo que no se notaba mucho a simple vista era su gran capacidad como profesor y tutor, siempre preocupado de que sus estudiantes llevaran a buen término sus proyectos de tesis, pero además, fue buenísimo en ayudarnos a formalizar científicamente lo que al inicio eran sólo ideas dispersas, respetando nuestra opinión, al igual que su talento para que sus estudiantes aprendiéramos los conocimientos pertinentes. Recuerdo lo feliz que se veía el día que mi tesis de maestría quedó terminada y el día que aprobé mi examen de grado. Lamento aquellas conversaciones y proyectos que quedaron pendientes y espero que pueda hacerlo sentir orgulloso de haber sido parte de mi formación profesional.
Carmen Vázquez González
Mi primer contacto con Miguel Ángel fue en una fiesta en 1982. Había estado en La Paz, y me ponía al día con mi amigo Enrique Portilla (que también, epd). Otro amigo nos regañó porque hablábamos sólo entre nosotros y, decía, no buscábamos conocer gente nueva, como Miguel Ángel Armella, que empezaba a insertarse en el grupo de los “sarukhanitos”, aunque él era más bien un “dirzito”. Lo fui conociendo un poco más en el laboratorio de Ecología del Instituto de Biología, UNAM, cuando éramos aprendices y aspirantes a ecólogos. Ya como colegas en UAMI (desde 1986) compartimos salidas de campo tanto en la Barranca de Metztitlán como en el Valle de Zapotitlán. Tuvimos vivencias gratas y pláticas bizantinas que nos divertían mucho. Él ambicionaba liderar un grupo de investigación en zonas áridas, y de hecho, con otros colegas recreamos el Área de Ecología en nuestra Institución. Pero la vida da vueltas, y él se reformateo en etólogo y estudioso del lobo mexicano. Lo vi por última vez el 13 de marzo de 2025. Nuestro común amigo en Zapotitlán, Pedro Miranda, dijo al respecto del deceso de Miguel Ángel: “señor, se está desgranado la mazorca”.
Fernando Vite González
“Deberías preguntarle al profesor Armella cómo hacerle”, me dijeron algunos alumnos cuando di mi primera clase, tartamudeando por los nervios y el pavor, ante un grupo de 50 estudiantes en la UAMI.
Reconocido por su incansable pasión por la ecología y la conducta animal, Miguel Ángel fue mucho más que un académico destacado: fue un maestro cercano, siempre dispuesto a compartir con sus estudiantes su conocimiento y experiencia con una sonrisa y una historia fascinante. Especialista en el estudio de los lobos, dedicó su vida a comprender sus patrones conductuales y la manera de reintegrarlos a los ecosistemas que alguna vez habitaron; despertando en sus alumnos el mismo amor y respeto por la naturaleza que lo guiaron durante toda su carrera.
Además de su labor científica, era un amante declarado de la buena comida, un conversador entusiasta en torno a una mesa bien servida y un devoto compañero de su adorada Lulú y de sus perros, quienes lo acompañaban fielmente en sus actividades.
Su ausencia deja un vacío difícil de llenar, pero su legado vive en las aulas, en los senderos que recorrió, y en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de considerarnos sus amigos y aprender de él.
J. Alejandro Zavala Hurtado
DOI:10.12933/therya-25-6200 ISSN 2007-3364
El Dr. Miguel A. Armella Villapando con una muestra del material que produjo como líder en la Vocalía de Educación Ambiental del Subcomité Técnico Consultivo de Recuperación Nacional del Lobo Mexicano.
El Dr. Miguel A. Armella en el International Wolf Symposium 2016, celebrado en Duluth, Minesotta, EUA., con el Dr. David L. Mech y un grupo de mexicanos participantes en el evento.